La que parecía ser una red social creativa, propositiva y capaz de unir a personas a través de sus pasiones pronto se convirtió en el medio ideal para el consumo -de productos, de cuerpos, de lugares o experiencias-; algunas desde una óptica positiva, la mayoría de las veces desde el egoísmo o la ansiedad.

Desde hace algunos años los expertos indican que plataformas como Instagram son capaces de impactar directamente en la salud física y mental de los adolescentes; en un estudio recientemente publicado la empresa admitió saber lo que ocurre en la mente de los jóvenes.

A pesar de que la plataforma se ha empeñado en crear herramientas o configuraciones que permitan a la gente "tener el control de lo que consumen", estas medidas no han sido suficientes para sanar la mente de millones que usan esta app.

"Empeoramos la relación con su cuerpo en uno de cada tres adolescentes", decía una imagen que filtró el portal The Wall Street Journal en donde los líderes de la empresa admitieron en 2019 esta situación.

Los líderes de producto se han empeñado en tratar de limpiar la imagen de la app, ahora buscan que haya un contenido "que inspire y exalte" a los más jóvenes para dejar atrás la cultura de la apariencia que Instagram impulsó de forma importante.

"Los adolescentes acusan a Instagram de niveles crecientes de ansiedad y depresión", decía otra diapositiva durante la presentación de esta junta interna.

Lamentablemente, mientras la aplicación obtiene cada vez más adeptos o usuarios, hay millones de adolescentes deprimidas por la apariencia de su cuerpo, insatisfechas por la relación amorosa que tienen, frustradas por no tener el trabajo o las posesiones materiales que algunos en esta red se han empeñado en demostrar.