India enfrenta una devastadora segunda ola de COVID-19. En promedio, todos los días de la última semana hubo 330,023 casos nuevos y murieron 2,777 personas. Ante esta situación, Gran Bretaña, Estados Unidos, incluso Pakistán -que durante décadas ha tenido conflictos con India- prometieron ayuda y suministros médicos.

El primer ministro Narendra Modi se dirigió a la nación por primera vez sobre la crisis la semana pasada. El domingo dijo que había mantenido reuniones con expertos de la industria farmacéutica, fabricantes de vacunas y productores de oxígeno sobre cómo abordar la segunda ola. Sin embargo, el gobierno central ha sido objeto de críticas por su gestión del brote. La capital, Nueva Delhi, se enfrenta a una grave escasez de oxígeno, puesto que no tienen cómo producirlo y su suministro depende de los recursos del gobierno central.

Asimismo, hay dificultades para la producción de vacunas contra el COVID-19. Esto se debe a que a principios de año, Estados Unidos prohibió la exportación de materias primas fundamentales para la producción de vacunas. Adar Poonawalla, director general del Instituto de Suero de la India (SII) criticó las medidas de los estadounidenses; en un tweet a dirigido Joe Biden dijo que "Si queremos unirnos de verdad para vencer a este virus […] le pido humildemente que levante el embargo de las exportaciones de materias primas fuera de EE.UU.".

El domingo, la Casa Blanca anunció que levantaría parcialmente la prohibición. En específico, la materia prima necesaria para la fabricación de la vacuna Covishield en India. Ante el gesto de solidaridad, Modi, según una declaración de su gobierno, "expresó su más sincero agradecimiento por el ofrecimiento de ayuda".