Salud
Las personas autistas han enfrentado problemas durante la pandemia
Las personas autistas han enfrentado dificultades para acceder a servicios sanitarios y asistenciales durante la pandemia del COVID-19.
Las personas con Trastornos del Espectro Autista (TEA) han tenido problemas para acceder a servicios sanitarios y asistenciales durante la pandemia. En general, ha empeorado su salud y su calidad de vida.
Un estudio publicado en BMJ Open analizó las dificultades que han enfrentado las personas con TEA. Los autores revisaron las políticas y directrices regionales y nacionales de 15 países europeos; también analizaron los datos de la encuesta de Autismo-Europa sobre las experiencias vividas por 1,301 personas y sus cuidadores. La información que recolectaron proviene de distintas latitudes: desde Portugal y España, hasta Alemania y Bélgica.
Los resultados mostraron que no se dio prioridad a este colectivo, a pesar de que corren mayor riesgo de generar COVID-19 en su variante grave. Los señalaron que entre un 5 y un 25% de las personas con TEA vive en residencias; igualmente, hasta un 27% más se encuentran en alojamientos con apoyo. El estudio apunta a que en estos sitios "las tasas de transmisión fueron altas en la primera ola de la pandemia".
Tampoco había orientaciones para mejorar la tolerabilidad y la accesibilidad de los procedimientos de pruebas para las personas con autismo. Hay quienes presentan sensibilidades sensoriales y no toleran, por ejemplo, una prueba PCR; asimismo, muchos no toleran cambios en su rutina, como lo es acudir a lugares desconocidos donde hacerse las pruebas. El estudio también argumentó que los servicios de tratamiento ambulatorio y hospitalario de COVID-19 fueron de "muy difícil acceso" para estas personas. Esto se debió a los medios de comunicación empleados para tales fines, por ejemplo, mediante teléfonos celulares.
Además, denunciaron que las unidades de cuidados intensivos excluyeron, directa o indirectamente, a personas con autismo de los tratamientos que salvan vidas. Explicaron que muchos protocolos exigen una "evaluación de la fragilidad"; esto es: la dependencia que tiene una persona de otras para ayudarle en sus necesidades de atención diaria y cuidado personal. En Reino Unido y Países Bajos se reconoció la falta de adecuación de estas evaluaciones; sin embargo, no se han aplicado medidas para evitar la aplicación errónea de las evaluaciones de fragilidad y función cognitiva en todos los países europeos.
Por último, las interrupciones bruscas de la atención sanitaria y social dejaron a más del 70 % de estas personas sin apoyo cotidiano. Alrededor de un tercio de los encuestados dijo que necesitaba apoyo diario (35%) y otro tercio ocasional para las actividades rutinarias de la vida diaria (33%); no obstante, muchos de estos servicios ya estaban saturados antes de la pandemia. Tras el estallido del COVID-19 en Europa, algunos servicios comunitarios de atención se vieron obligados a cerrar y los periodos de espera para atención se dilataban varios meses.